miércoles, 21 de octubre de 2015

FAMILIA Y ENFERMEDAD TERMINAL

No sabemos lo que nos puede deparar el futuro, pero… ¿qué pasaría si un día recibimos la noticia de que alguien de nuestra familia más cercana sufre una enfermedad que no tiene cura?

La primera reacción generalizada suele ser la de negación, por lo que necesitamos un tiempo para adaptarnos a los cambios a los que nos vamos a enfrentar. Esta, vendrá seguida de una crisis a nivel familiar, por las distintas emociones que la nueva situación puede ocasionar.  A pesar de todo, lo que se debe tener claro en estos casos, es que la función principal de la familia es escuchar y proporcionar apoyo al paciente grave.


"El mejor regalo que puedes hacer a tu familia es tiempo para estar con ellos", Los Simpson.
Para eso, en primer lugar la mejor opción es informarse lo máximo posible sobre las características de la enfermedad, pudiendo emplear desde libros, pasando por personas, hasta llegar a utilizar buscadores web. Lo que nos permite esto es comprender al enfermo, informarlo a él también y calmar la ansiedad y el miedo por lo desconocido.

Asimismo, debemos tener en cuenta que un paciente terminal está completamente sensibilizado, por eso hay que tratarlo con la mayor suavidad y delicadeza posible. Siempre que se vivan momentos de tensión o discusión con el mismo, intentaremos cuidar los términos y expresiones que vamos a usar, ya que una vez dicho algo que les pueda hacer daño, no hay vuelta atrás. 

Otra cosa que es fundamental en estos casos es el amor; puesto que toda persona que sabe que se va a morir, aceptará mejor su situación si ve que está rodeado de gente que la quiere. Como dicen muchos expertos, “morirán con dignidad”.

Tampoco podemos olvidar que los cuidados domiciliarios que se requieren en estos casos necesitan que se cuente con la capacidad y el tiempo suficiente para llevarlos a cabo, lo que se hace duro para ciertas familias y conlleva en numerosas ocasiones ciertos sacrificios tanto a nivel laboral, como social o económico.

Es en estos casos cuando se debe considerar la opción de tomar mano de los servicios especiales que la sociedad nos ofrece. Una buena opción psicológica sería pedir consejo a asociaciones de familiares de enfermos que antes sufrieron situaciones similares, o que las están sufriendo. Es aquí también cuando cobra protagonismo el equipo sanitario que atiende al paciente, pues ofrecerá los cuidados paliativos que reducirán el dolor físico que sufre, además de aliviar en menor medida su sufrimiento interior.

Y ahora nos preguntaremos si todo esto sólo aporta beneficios al enfermo, pero la realidad es que no. A raíz de la situación vivida, cada miembro de la familia crecerá a nivel individual, al mismo tiempo que enriquecen el grupo familiar con la satisfacción de haber afrontado con valentía una dura experiencia como esta.

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