viernes, 30 de octubre de 2015

PROTEGE TU PIEL: LA REALIDAD SOBRE LOS PROTECTORES SOLARES

El uso del protector solar es cada vez mayor, puesto que los propósitos que se les asignan crecen también a su vez. Podemos encontrarnos utilidades como la disminución del envejecimiento de nuestra miel hasta la reducción del riego de padecer cáncer de piel. Lo que mucha gente desconoce es que la mayoría de los protectores que compramos no cumplen en realidad ninguno de nuestros objetivos, sino que aun encima pueden causarnos más daños. 



Los rayos UVB son los principales causantes de las quemaduras solares, pues se unen directamente al ADN dando lugar a mutaciones precancerosas. Al mismo tiempo, los rayos UVA penetran de una manera más profunda en el tejido de la piel, generando radicales libres que pueden dañar el ADN y por tanto las células.

Aquí es cuando actúan los protectores: estos, pueden reducir el daño de dichos radicales, pero pueden a su vez contener ingredientes que liberen sus propios radicales libres al intentar absorber el exceso de energía procedente del sol. Entonces, aun aplicando protector solar estamos aumentando las posibilidades de desarrollar cáncer.

Un buen protector debería evitar más daños que los que produce, por lo que deberíamos determinar la cantidad de protector necesaria y la frecuencia perfecta, algo sumamente difícil.

Por tanto, los protectores solares, ¿son en realidad tan buenos como dicen?  Depende, es decir, deberían de utilizarse solo cuando no podemos controlar la cantidad solar a la que nos vamos a exponer. Un ejemplo de una situación en la que deberíamos utilizarlos sería en el caso de trabajar al aire libre durante horas varios días.

Ahora toca explicar el por qué, y la realidad es que además de contener tóxicos,  estos bloquean la capacidad de que nuestro cuerpo produzca vitamina D. Esta vitamina la obtiene nuestro propio cuerpo siempre que tengamos una exposición segura al sol, algo muy beneficioso que impiden la mayoría de los protectores solares.

La vitamina D es un nutriente esencial para incrementar la salud cardiovascular, ayudar al correcto funcionamiento del riñón, mejorar la fuerza muscular, mantener una presión arterial adecuada, agilizar el sistema inmunológico, y como no, ayudar a los huesos a estar lo más fuertes posibles. 

Por esta razón, y a pesar de poder obtenerla de manera artificial (por alimentos, etc.) muchos expertos están en contra de la utilización de todo producto que impida su producción. Por eso, recomiendan y aseguran que una correcta exposición al sol ayuda incluso a prevenir el cáncer al que tanta gente teme.

Estudios defienden que la extensión del melanoma disminuye con la exposición solar, en concreto uno, demostró que pacientes con melanoma que tuvieron una mayor exposición morían menos que los que no.

Otros obtuvieron que era más común que el problema apareciese en personas que trabajaban en interiores frente a las que trabajaban al aire libre. Curioso es que se desarrolla más en partes del cuerpo apartadas de la luz.

Por otra parte, en el caso de que el melanoma dependa de causas genéticas, la radiación ultravioleta retrasa su aparición.

A modo de resumen: ¿qué sería lo “ideal”? En concreto la agencia para la investigación contra el cáncer, recomienda sobre todo el uso de ropas protectoras, echar mano de la sombra cuando haga falta y pautar un tiempo razonable de exposición directa al sol en vez de confiar tanto en los protectores.

Si aun así decidimos utilizarlos, los mejores son los minerales, hechos a base de óxido de zinc o dióxido de titanio, que a pesar de ser los menos dañinos, representan tan sólo un 20% del mercado.

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