domingo, 8 de noviembre de 2015

ENFERMEDAD DE CROHN

Esta pertenece a un grupo de patologías conocidas como enfermedades inflamatorias intestinales o EII. En el caso de la enfermedad de Crohn, decir que a diferencia de otras, esta afecta a todo el tracto digestivo, desde la boca hasta el ano. Aunque es similar a la colitis ulcerosa, otra EII, ambas se diferencian sobre todo en las áreas afectadas, pues esta última se limita al colon.




Su causa exacta se desconoce, lo único que se sabe es que se trata de una afección fruto del ataque que el propio cuerpo realiza a uno mismo por error, atacando hasta el tejido corporal sano. Es entonces cuando se produce estenosis o estiramiento de la pared intestinal por infiltración de la mucosa y engrosamiento mesentérico.

Entre los factores de riesgo que juegan un papel importante en esta enfermedad están los genes, los factores ambientales, una reacción inadecuada del sistema inmunológico corporal o el tabaquismo.

Los síntomas dependen del lugar de afectación pero los más comunes son la úlcera péptica, el dolor abdominal, la diarrea, la fibrosis acompañada de obstrucción intestinal, las fístulas, los abscesos, la anemia, la pérdida de peso, la fiebre, los déficits nutricionales o la fatiga entre otros.

Todo esto puede generar diferentes complicaciones, entre las que destacan la hemorragia, el megacolon tóxico, la perforación y el cáncer a largo plazo. Esto quiere decir que nadie puede predecir cómo afectará la enfermedad a cada persona. Algunas pueden pasar años sin tener síntoma alguno de la misma, mientras que otros pueden sufrir brotes con mayor frecuencia.


Está claro entonces que es una enfermedad crónica, con lo que la persona que la sufra tendrá que aprender a vivir con ella. Ahora bien, ¿qué podemos hacer para mejorarla desde casa?

Lo ideal sería mantener una alimentación sana y bien equilibrada, con suficientes calorías, proteínas y nutrientes. Aunque no hay una dieta específica para tratarla, sí podemos evitar alimentos que empeoren la diarrea y los gases; comer cantidades en cantidades pequeñas; beber abundante agua; y reducir el consumo de alimentos grasos.

Además, sería recomendable preguntar a un médico por suplementos vitamínicos que se puedan tomar, así como calcio, vitamina D, etc. Y sobre todo, tomar los medicamentos como los profesionales lo indican.

Hay personas que con el tratamiento consiguen controlar la enfermedad, pero aún así un 70% necesita cirugía. Esta se puede realizar en diversas ocasiones, como en el caso por ejemplo de fístulas o estrechamiento intestinal. 

Lo que debemos de tener claro es que la cirugía en esta enfermedad tiene como principal objetivo conservar el intestino y permitir al individuo recuperar una calidad de vida digna. La parte “mala” de esto es que no ofrece una cura de la enfermedad, ni mucho menos descarta el tener que volver a operarse.

Si queréis ahora compararla con la colitis ulcerosa que nombramos al principio aquí os dejamos un enlace en el que podéis encontrar todo lo que necesitéis.

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